Camino San Luis

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Entrevista a Gustavo Romero Borri, jefe del Subprograma Gestión Cultural, luego de la presentación del libro El Viaje del Poema, Mapa Documental de la Poesía Puntana – Tomos I y II. Romero Borri realizó la investigación sin ser un mero coleccionista de poemas perdidos. Fue un afectuoso lector de riquezas abandonadas. Fue el primero en emocionarse ante este panorama temporal extenso, diverso y asombroso: “Mi libro es sólo un eslabón más en una cadena de realizaciones que inspira el entusiasmo creativo. Creo que un artista sin entusiasmo es como un niño que no juega ni llora, porque no siente nada”.

—¿Cuándo fue realizada la presentación de su libro y dentro de qué marco?

—El libro fue presentado por primera vez en la Feria del Libro de Buenos Aires el 10 de mayo de 2013. La mesa estuvo integrada por el vicegobernador de la provincia, Ing. Jorge Díaz; la ministro de Turismo y las Culturas, Celeste Sosa; la jefa del Programa San Luis Libro, Adriana Ortiz Suárez (organismo que impulsó la edición) y el presentador de la obra, el poeta Santiago Sylvester. Creo que fue el mejor lugar para bautizar públicamente esta obra. Fue un verdadero homenaje a los poetas y a la poesía como género. Asistieron varios poetas que integran este Mapa, y también lo hicieron descendientes de poetas ya fallecidos.

Días pasados se hizo una segunda presentación; esta vez fue en Villa Mercedes. Fui entrevistado por Ulises Miranda, historiador y conocedor de la poesía puntana. El libro contiene muy buenos poetas mercedinos, así que se hicieron presentes descendientes de los fallecidos y muchos poetas vivientes que figuran en el libro. Fue muy conmovedor. Creo que cada uno de nosotros se sintió hermano del otro por el sólo hecho de ejercer este oficio tan sutil como es el de componer un poema. (La expresión “componer” le pertenece a Borges y emparenta al arte poético con la música).

—¿Cómo nació la idea de escribirlo?

—Un trabajo como éste tiene que estar regido, como toda investigación, por “la curiosidad”. Desde que empecé a escribir poesía, allá en mi primera juventud, me convertí en un explorador. Siempre me interesó saber, conocer, quiénes habían escrito antes de mí en San Luis. Así que de muy joven fui un agradecido lector de los otros. En los primeros tiempos, yo me sentía muy solo y tenía “largas conversaciones conmigo mismo”. No encontraba afinidades con mis congéneres. A pocos les importaba la literatura. Así que encontré refugio y compañía en los poemas de otros puntanos que habían escrito antes.

Ese interés mío, incipiente, puede ser el origen de este libro. La idea nació cuando me tocó hacer la Biblioteca Digital de Autores Puntanos. Este proyecto, necesariamente, me llevó  a ahondar en archivos, bibliotecas públicas y privadas, y a escudriñar materiales muy antiguos para proceder a su digitalización. En esas búsquedas fui separando los libros de poemas encontrados. En algún momento me di cuenta de que tenía un conocimiento muy detallado de la tradición poética puntana y que si ordenaba y le daba cuerpo de libro a esa información estaría rescatando del olvido muchas voces que habían estado sepultadas o silenciadas por la indiferencia general.

Y comencé a trabajar teniendo en mente la visión de un documento que volviera a traer al presente toda la poesía para reunirla en un solo lugar. En mi tarea de compilador y antólogo, me fui sintiendo como un “arqueólogo de voces humanas”. Ojalá que los lectores de este libro perciban, como yo lo experimenté, que están viajando en el tiempo acompañados de enamoradas palabras que expresaron el interior de un hombre. Por eso lo titulé El Viaje del Poema, porque es la persistencia del poetizar en el tiempo y cada poema es un documento de identidad espiritual, un desinteresado testimonio de intimidad humana, de desnuda honradez. Como están todos los poetas que hicieron pública su voz a través de la edición de sus libros, le puse de subtítulo “Mapa Documental de la Poesía Puntana”, que además de ser una antología, es un registro que nos permite comprobar la presencia de la poesía en la literatura de una provincia como San Luis y seguir su trayecto, que deja a su paso una “estela” de ternura y de humanidad. Inicié la investigación en  2003 y terminé la versión definitiva en 2008, que es la fecha en que firmé las palabras preliminares y le pedí el texto al Dr. Jesús Liberato Tobares, que lo precede a manera de prólogo.

No sé cómo contar este tiempo. ¡Tanto tiempo! Más que en años, lo cuento en horas. Las muchas horas en que estuve encima del libro, que finalmente terminó teniendo cerca de mil páginas. Fue un viaje de descubrimientos continuos.

—¿Qué autores forman parte del libro?

—En el libro, en sus dos tomos, los autores están presentados en forma cronológica por fecha de nacimiento. Esto lo hace un trabajo lírico y, a la vez, historiográfico. Contiene las voces iniciales, como Juan Crisóstomo Lafinur, el poeta de la Independencia nacido en Carolina, o Emeterio Pérez, autor del primer poemario puntano publicado en 1885, y así va transcurriendo sucesivamente hasta llegar a los autores nacidos en los años 50. Ahí frené. De hecho, yo no figuro en este Mapa porque he nacido en 1962. En total contiene 93 poetas con una selección de poemas, una ficha bibliográfica y un texto de presentación.

Es un libro sinfónico donde conviven voces heterogéneas. La armonía que unifica esta sinfonía es el poema como estructura lingüística concebida como un medio para que un hombre se “diga a sí mismo”  o se desnude valiéndose de la palabra poética como un gesto de sinceridad extrema ante la historia y la sociedad que lo contiene. El hombre que expresa su intimidad, alegóricamente, está describiendo la atmósfera de su tiempo. Es muy interesante descubrir esto en la voz de los poetas, en sus modos de hablar, en sus valores, en sus intensidades, en sus temas, en sus adhesiones y en sus fastidios.

—¿Qué historias o anécdotas recuerda durante la investigación o escritura del libro?

—Cuando estaba en pleno proceso de búsquedas y entrevistas con personas reales, me reencontré con un amigo cineasta. Me propuso registrar mi itinerario en un video documental. Esta idea surgió en él porque le conté algunas anécdotas. Le pareció interesante registrar el itinerario de un tipo como yo golpeando puertas de gentes desconocidas para averiguar un dato, una memoria, algo que ayudara al libro. Pero no acepté aparecer con una cámara detrás de mi nuca.

Pero ahora que me preguntás sobre anécdotas, puedo recordar a parientes sanguíneos de poetas que no veían con agrado que yo me pusiera a resucitarlos cuando ellos ya habían decidido olvidarlos.

Una mujer me dijo: “Mi abuelo era un loco. Se la pasaba leyendo y hablando con cualquiera por las calles pero dejó de hablar con su mujer y sus hijos. Nunca los tuvo en cuenta”.

Una vez acordé con la viuda de un poeta para que me pasara textos de su marido. Era una mujer culta y consciente del valor de la obra de su difunto marido. Cuando le conté mi proyecto, sólo me expresó su desencanto por el olvido en el que había caído el trabajo de su marido. Pacté un encuentro un domingo a la tarde para no interrumpir su actividad laboral. Cuando llegué, la mujer había reunido a toda su familia, que era enorme. Se ve que había convocado a todas las ramificaciones de su árbol genealógico.

Fue sorprendente para mí encontrarme con tanta gente que, por lo que percibí, muchos no se frecuentaban. Yo sólo quería unos simples datos. Terminé inmiscuido en la novela de una familia inmensa, todos emparentados con el poeta en cuestión. Fue una tarde larga y nostalgiosa, comprometida emocionalmente, donde quedó enaltecida ante todos la figura del esposo de la viuda. Mi visita le permitió a esa mujer hermosa contarles a todos sus parientes quién había sido su esposo.

Salí de ahí como se sale de una novela, llevándome los datos que buscaba, y mucho más.

—¿Qué importancia tiene para usted esta obra?

—A mí me gustaría saber qué importancia tiene para los otros, para sus lectores, pero bueno, es imposible averiguarlo. En lo personal, significa haber cumplido con un proyecto literario más, pero que considero de valor superior a mis otros libros individuales que he publicado.

Este es el libro “de los otros”…

Otros son los que hablan allí y habla también por ellos la historia utópica de San Luis.

Siento que he hecho algo necesario para el mayor conocimiento de la tradición poética puntana. Siento también que, para remontar esta idea, he debido primero sincerarme con mis posibilidades de generosidad. Los poetas habitualmente siempre estamos enfrascados en lo nuestro, individual. Somos proclives a la sana e inofensiva egolatría. Pero egolatría al fin.

Yo trabajé en este libro pensando en la historia, sintiendo la historia como algo que nos contiene ahora pero que inevitablemente nos trascenderá cuando dejemos de estar en la historia y estemos en la muerte, o en la eternidad de la muerte.

Como sujeto social, también sé que debemos percibir y valorar la riqueza patrimonial (que también excede nuestras vidas terrenales) y que es un valor cultural constituyente de la identidad.

Yo sentía, mientras construía el libro, que estaba haciendo algo importante en ese sentido.

Esas voces rescatadas y respetadas, esas voces veneradas, esas voces pertenecen a gentes de San Luis que han honrado en sus textos valores culturales genuinos, y cuando hablamos de cultura, ellas tienen que hablar, hacerse oír, hacerse visibles.

Sentí que yo era el instrumento o medio para que todo ese patrimonio intangible acompañara nuestro presente y quizá  nuestro futuro.

El hilo delgadísimo que sostiene el alto valor de la humanidad a lo largo de todos los tiempos también puede llamarse “poesía”, así, con comillas. Eso sentí que hacía y eso me otorgó fuerzas esenciales para creer en mi trabajo y no dejarlo “a medio hacer”.

Ahora me gustaría que quienes sientan y piensen como yo ayuden a caminar a este libro. En él viaja la vida, la visión de la vida y la imaginación de la vida. Que no es poco…

Gustavo Romero Borri, jefe del Subprograma Gestión Cultural

—¿Qué otros proyectos tiene en carpeta?

—Tengo muchos escritos inéditos que me gustaría publicar, sobre todo un estudio sobre el credo poético de Antonio Esteban Agüero que escribí durante todo un año, al ganar la Beca Nacional del Fondo Nacional de las Artes. Creo que mis lecturas de Agüero ayudan a ubicar su obra en un lugar más alto y no tan regionalizado, donde la ubican quienes han escrito sobre él hasta ahora.

Tengo muchos proyectos en carpeta, pero carezco del tiempo para ejecutarlos. Jamás viví de las letras (más bien vengo muriendo de ellas…). Soy funcionario cultural de mi provincia, situación que me honra pero insume casi todos mis espacios mentales.

Así que mis mejores energías están puestas en mi trabajo actual, que no es ajeno a la literatura y a la creatividad.

Después de una jornada intensa de trabajo, cuando llego a mi casa, lo menos que se me ocurre es sumergirme en la escritura.

Cuando escribo me alejo del mundo para mirarlo con la distancia enamorada de quien ya lo ha perdido. Necesito esa situación anímica.

Ahora, en este período, vivo en la inmediatez de todo lo que pasa. Y estoy muy feliz con eso. Me gusta trabajar por San Luis, por su crecimiento cultural, por ampliar su conciencia de sí. Me gusta vivir en un lugar donde se respire cultura y crecimiento. Me gusta ser funcionario en este tiempo, que vislumbro como de adultez democrática.

Así que, por ahora, la literatura puede esperar…

Patricia Ortiz

 

Categorías: Cultura, General

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