Camino San Luis

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Berta Vidal de Battini es una destacadísima representante del “mundo puntano de las letras”. Nació en 1900 y falleció en Buenos Aires en 1984. En su provincia natal, estudió Magisterio para luego terminar su formación intelectual en la Universidad de Buenos Aires, donde se doctoró en Filosofía y Humanidades con su tesis “El habla rural de San Luis”.

En estas cortas historias, sencillas, misteriosas y fantásticas, en las que se hallan además hábilmente transcriptos ciertos modos de la expresión del lugar, la autora transporta al lector a un mundo en el que algunos seres humanos no supieron valorar la belleza, el amor o las riquezas que Dios les regalara y, sin reparar en nada, dieron rienda suelta a sus pasiones inferiores, perjudicando a su prójimo. Así, por haber sido vanidosos, crueles, miserables, traidores e injustos, sufrieron el peor castigo divino: “la metamorfosis”, que cambió su condición humana anterior a la de un animal que reflejará para siempre las acciones que los hicieron indignos merecedores de virtudes o dones que no supieron aprovechar.

En algunos casos, la metamorfosis será producto de la misericordia divina, como recompensa de un corazón angustiado.

En el segundo capítulo, la autora cuenta la historia de un viejo arriero que se dirigía a Córdoba junto a su hijo, en una tropilla de mulas de su propiedad, cargada de mazos de tabaco en hoja. El arriero se caracterizaba por llorar miserias a pesar de sus cuantiosas posesiones y de esta manera afligía constantemente a su hijo con sus actos y mezquindades, ya que este había escuchado de boca del cura del pueblo que la avaricia y la falta de caridad eran un grave pecado.

Y es así como, en un tramo del viaje, se les acercó un pobre anciano para pedirles un poco de tabaco, aunque sin éxito, porque el egoísta le explicó que no tenía ni para él, a pesar de la abultada carga que llevaba en sus mulas.

El viejo rogó: “Aunque sea un poquito pa’ pitar”.

“No tengo ni pizca, ni pizca, ni pa’ un cigarro”, dijo el avaro, alejándose del lugar.

En ese momento las palabras del mendigo sonaron cual maldición: “¡Dios te lo va a recompensar!”.

Y así fue como, al caer la noche, el avaro y su noble hijo desensillaron su carga y se dispusieron a esperar al otro día para continuar el viaje… Mas ¡cuál sería la sorpresa del muchacho al despertar al alba y no encontrar ni a su padre ni el rastro de las mulas!

El joven lo llamó y buscó por todos lados, preso de un extraño presentimiento que luego confirmaría al observar que un ave extraña posada sobre un árbol le contestaba con un grito salvaje. Asombrado, reconoció en ella las facciones de su padre, y huyó del lugar al comprender que había sido víctima de un justo castigo divino, ya que según, cuenta la leyenda, Dios transformó en tierra a las mulas, hizo brotar las cargas tabacales que hoy se encuentran en suelo puntano y transformó en lechuza al avaro, cuyas eternas palabras serían: “¿Traís tabaco? ¿Traís tabaco? ¡Ni pizca, ni pizca, ni pa’ un cigarro!.

Claudia Ortiz

 

Categorías: Cultura, General, San Luis Libro

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